martes, 1 de diciembre de 2015




El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novela realista y naturalista. Autores y obras más significativos.

3.1. La segunda mitad del siglo XIX: marco histórico y cultural. Características de la novela realista y naturalista.

Marco histórico

Las disputas y controversias entre conservadores y liberales, que habían sido características de la primera mitad de siglo, continuaron en la segunda mitad. La década autoritaria y reaccionaria del general Narváez llegó a su fin en 1854, cuando triunfó un movimiento militar que llevó al poder al general O’Donnell. En 1856 volvió a gobernar Narváez, y desde ese momento los liberales, encabezados por O’Donnell, se alternaron en el poder con partidos de signo conservador. En estos años la agitación social aumentó considerablemente: huelgas, revueltas populares, insurrecciones estudiantiles, pronunciamientos militares, etc.

En 1868 se produjo la Gloriosa, la revolución que acabó con el reinado de Isabel II. El general Prim reunió un conjunto de fuerzas heterogéneas (liberales, progresistas, republicanos…) que no fueron capaces de encontrar un programa político común. Fueron los años del Sexenio Revolucionario, en los que se intentaron llevar a cabo reformas propias de una revolución liberal, pero que no llegaron a cuajar por la falta de entendimiento de los diferentes grupos. El asesinato de Prim acabó con el intento de poner en el trono a Amadeo de Saboya. Llegó entonces la Primera República, que duró pocos meses y apenas tuvo desarrollo. Fueron tiempos convulsos: levantamientos carlistas, revueltas anarquistas, sublevaciones cantonales, etc.

La intervención del ejército restauró la monarquía de los Borbones. Alfonso XII ocupó el trono y se inició así el largo periodo de la Restauración. Durante la Restauración, Cánovas, jefe del partido conservador, puso en marcha una forma de gobierno que solo en apariencia era una monarquía parlamentaria. La realidad es que estaba pactada de antemano la alternancia en el poder de un partido conservador y otro liberal. Los caciques de los diferentes territorios se encargaban de controlar el resultado de las elecciones.

El desarrollo económico (minería, siderurgia vasca, industria textil catalana y comercio) impulsó el crecimiento de las ciudades, comunicadas por el ferrocarril. En este periodo se consolidó el Estado liberal y el poder de la burguesía, que vivía con lujo y ostentación mientras las masas populares permanecían al margen de la modernización, la política y la cultura. En los últimos años del siglo aparecieron las organizaciones obreras socialistas (UGT, PSOE) y anarquistas.

Marco cultural

En este periodo, el pensamiento liberal estuvo representado sobre todo por el krausismo, que era un movimiento intelectual basado en el pensamiento del filósofo alemán Karl Krause y que introdujo en España el profesor Julián Sanz del Río. Los krausistas pretendían conciliar razón y religión, y propugnaban la tolerancia y la convivencia pacífica. Tuvieron mucha importancia sus ideas pedagógicas progresistas. Los krausistas crearon la Institución Libre de Enseñanza, que influirá en numerosos intelectuales de la Restauración.

Aunque dos terceras partes de los españoles eran analfabetos, a finales de siglo se produjo un extraordinario desarrollo de la prensa, que era el vehículo principal de la literatura.

La filosofía de la sociedad burguesa era el positivismo, para el que no existía otra realidad que los hechos perceptibles y el estudio empírico de los mismos. La observación rigurosa y la experiencia eran sus instrumentos básicos. Otras corrientes de pensamiento importantes en esta época fueron el evolucionismo de Charles Darwin, las leyes de la herencia biológica de Gregor Mendel y el marxismo de Karl Marx, que se convirtió en la ideología de los movimientos obreros. Todas estas corrientes filosóficas y científicas influyeron decisivamente en el realismo, que fue la corriente literaria más representativa de la época.

Características del realismo

–Observación y descripción precisa de la realidad. El interés por la observación de la realidad es paralelo a los métodos de observación característicos de las ciencias experimentales. Los escritores llegan a documentarse sobre el terreno tomando apuntes sobre personajes o ambientes, o consultando libros y documentos.
–Ubicación próxima a los hechos. Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los escritores realistas escriben sobre lo que conocen. Tienden a situar sus obras en lugares próximos y en el momento presente.
–Frecuente propósito de crítica social y política. En general, los autores conservadores describen la realidad para mostrar su degradación y proponen un retorno a los valores tradicionales. Los progresistas también muestran su rechazo sobre los aspectos negativos de la realidad, pero para ellos son la consecuencia de la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el progreso de la sociedad.
–Estilo sencillo y sobrio. Los realistas rechazan la pomposidad y el artificio de los románticos. El ideal del estilo es la claridad y la exactitud, como corresponde al deseo de acercar la labor del escritor a la del científico.
–Predilección por la novela. Para ellos la prosa narrativa era el género más adecuado para reflejar la realidad en su totalidad.

La novela realista

Estos son los rasgos característicos de las novelas realistas:
–Verosimilitud. Aunque las historias son inventadas, están basadas en la experiencia cotidiana y resultan creíbles.
–Protagonistas individuales o colectivos. En muchos casos el protagonista es un individuo cuya relación con el mundo es problemática. La introspección psicológica es importante en estas obras. En algunas obras encontramos como protagonista a un grupo social completo. Este protagonista colectivo aparece en las novelas de crítica social.
–Narrador omnisciente. Cuando los autores llegan a comprender que la intromisión del narrador resta objetividad a la obra, minimizarán sus intervenciones.
–Didactismo. Es corriente que pretendan dar al lector una lección moral o social. Las obras en las que se pretende inculcar una idea de carácter político o moral se denominan novelas de tesis.
–Estructura lineal. Aunque a veces aparecen analepsis, es normal que estas obras transcurran de forma lineal en el tiempo.
–Descripciones minuciosas. Las descripciones, tanto de espacios como de personajes, son extremadamente detalladas. En muchas ocasiones predomina la descripción sobre la narración.
–Aproximación del lenguaje al uso coloquial. Con el fin de transmitir sensación de verosimilitud los autores intentan reproducir la lengua coloquial en los diálogos. Los personajes hablan de acuerdo a su condición social, educación y origen geográfico.

La novela naturalista

Todos los rasgos comentados anteriormente alcanzan su máximo desarrollo con una corriente del realismo que denominamos naturalismo. Apareció en Francia en el último tercio del siglo XIX. Su principal representante es el escritor Émile Zola. Zola pretendía que la literatura fuera una ciencia cuyo objeto de estudio fuera el medio social. La literatura debía analizar científicamente el comportamiento humano siguiendo los principios de la observación y la experimentación.

Los escritores naturalistas partían de la idea de que el hombre se encuentra determinado biológica y socialmente. Para ellos, el hombre no era libre porque estaba condicionado por su herencia genética y por el ambiente en el que crecía. Esto explica el interés de los escritores naturalistas por ambientes miserables y por personajes tarados, alcohólicos o embrutecidos. Los escritores naturalistas prefieren un narrador impersonal y objetivo, que refiere lo que ve y oye, y que no opina ni saca conclusiones.

El punto de vista de los autores naturalistas suele ser de carácter socialista, pues piensan que, aunque no pueden modificar la herencia biológica, sí pueden aspirar a igualar las condiciones sociales en que viven los hombres.

3.2. La producción narrativa de Benito Pérez Galdós.

Benito Pérez Galdós (1843–1920) nació en Gran Canaria, pero desarrolló su carrera literaria y periodística en Madrid. Fue un escritor de ideas liberales y anticlericales, que tenía una gran fe en la educación y en el progreso. En 1912 estuvo a punto de conseguir el Premio Nobel. La presión de los conservadores españoles, que siempre lo consideraron su enemigo, impidió que se lo concedieran. Fue miembro de la RAE.

En su juventud y madurez mantuvo una posición política de signo liberal. En los años 80 aún confiaba en la burguesía y en las clases medias como agentes del progreso social y cultural que necesitaba España. En esta década fue diputado por el Partido Liberal. Pero en los 90 fue constatando una y otra vez el fracaso de la burguesía, que al llegar al poder intentaba imitar el estilo de vida aristocrático mientras la gran mayoría de los españoles vivía en condiciones de vida precarias y lamentables. Por eso, al entrar el siglo XX, Galdós radicalizó su postura política y se mostró partidario del republicanismo socialista, hasta el punto de ir al Parlamento como diputado republicano.

Galdós escribió cuentos, novelas, obras de teatro y artículos. Como novelista destaca por la creación de personajes y por su capacidad para integrar sus vidas dentro de la historia de España.

En su obra, siempre en constante evolución, encontramos influencias muy variadas: la literatura costumbrista y folletinesca, el realismo de Balzac y Dickens, ciertos elementos naturalistas de Zola y algunos rasgos del espiritualismo de Tolstoi. También se aprecia la influencia de la literatura española, especialmente de La Celestina, de la novela picaresca y de Cervantes, de quien aprende a usar la ironía.

Contenido de sus obras

–Aunque muchas de sus obras se ambientan en Madrid, intentan dar una visión completa de la sociedad española de su época.
–La mirada de Galdós suele concentrarse en las clases medias, pero en sus obras encontramos todo tipo de personajes: aristócratas arruinados, burgueses enriquecidos que quieren ser como los aristócratas, especuladores, prestamistas, funcionarios en activo o cesantes y, por supuesto, las clases populares, los más humildes, que malviven como pueden.
–Galdós presenta sus historias en íntima relación con la realidad histórica en la que se desarrollan.
–En sus obras se ve claramente una evolución. Al principio, en sus novelas de tesis, sus planteamientos son más elementales. En sus novelas de madurez, sin embargo, podemos ver cómo nos ofrece una realidad más compleja, con más matices.
–Su visión de la realidad no es siempre igual. A veces podemos encontrar un narrador duro y sarcástico, y otras, un narrador tierno y humano.
–En las obras de Galdós están todas las preocupaciones propias de la condición humana: el paso del tiempo que todo lo cambia, la ambición, el dolor, los sueños, el amor, el placer… Toda la complejidad del ser humano cabe en una obra que intenta reflejar la vida de forma realista.

Estilo

–El ideal estilístico de Galdós, de acuerdo con los presupuestos del realismo, es el lenguaje llano y sencillo. Eso no implica descuido. La prosa de Galdós es extraordinariamente ágil y de apariencia espontánea, pero siempre producto de una meditada elaboración.
–Sus personajes se expresan de acuerdo a su condición y quedan caracterizados por su propia forma de hablar.
–Es indiscutible su destreza en el uso de los más variados recursos narrativos.
Su obra narrativa

Novelas de la primera época

Su primera obra fue La fontana de oro (1870), una novela histórica con elementos costumbristas. En su primera época como novelista, que se sitúa en los años setenta, encontramos otras obras destacables, como  Doña Perfecta y Marianela.

En estas primeras obras se vale del mecanismo de la novela de tesis, que le sirve para exponer conflictos ideológicos y religiosos. Las tramas están sometidas a las ideas del autor y sirven de ejemplo de lo que quiere transmitirnos. Galdós las utiliza para defender los ideales de libertad, tolerancia y progreso frente a las ideas conservadoras, intolerantes e hipócritas. Su anticlericalismo queda patente al denunciar a una Iglesia que defiende unos valores poco cristianos. Para llevarnos a su tesis, el autor no solo se vale de las conductas y las conversaciones de los personajes, sino también de un narrador omnisciente que hace comentarios moralizantes. A estas obras se les puede reprochar cierta falta de complejidad psicológica en los personajes y unos planteamientos demasiado maniqueos, pero la técnica de Galdós se irá perfeccionando hasta llegar a la maestría de las novelas contemporáneas.

Novelas contemporáneas

La segunda serie de novelas galdosianas se abre con La desheredada (1881). En esta obra, influida en parte por la ideas de Zola, ya no presenta de forma elemental acciones y personajes, sino que estos son ahora fruto de una cuidada evolución psicológica. En este periodo escribe algunas de sus mejores obras, entre las que sobresalen Miau y Fortunata y Jacinta. Madrid es el escenario principal en el que se desarrollan sus historias y se sirve de él para ofrecernos su imagen de España.

Los personajes de estas novelas son más complejos. Se incorporan además elementos naturalistas, aunque, finalmente, en Galdós siempre suelen tener más peso los valores y convicciones de los personajes que los condicionamientos biológicos y ambientales.

En estas obras predomina el narrador omnisciente. El autor se sirve de los diálogos para ofrecer distintas perspectivas de la realidad. Intenta que resulten realistas caracterizando a los personajes según sus diferentes usos lingüísticos. También utiliza el monólogo interior y el estilo indirecto libre. En ocasiones se vale del humor y la ironía para presentarnos la realidad.

Novelas espiritualistas

Dentro de las obras de Galdós marcadas por el espiritualismo podemos destacar Misericordia y El abuelo. En estas obras prevalecen los valores evangélicos: el amor y la caridad cristiana.

En estos relatos encontramos la desilusión ideológica del autor por el fracaso de la burguesía para transformar la sociedad. Busca entonces en los auténticos principios cristianos una salida. Estas novelas espiritualistas están influenciadas por escritores rusos como Tolstoi y por un nuevo idealismo que intenta desarrollar en la narrativa conflictos de carácter ético. Aparecen personajes humildes que dan lecciones morales en medio de una realidad triste y mezquina. Estas historias ya no se ambientan en los barrios burgueses, sino en los barrios más miserables. En estas obras los sueños y las fantasías adquieren un gran protagonismo.

Últimas novelas

En las últimas novelas de Galdós se mezcla el realismo con lo maravilloso y fantástico. Tendrán puntos en común con los escritores de la generación del 98: la visión de Castilla, la importancia de los personajes insignificantes y anónimos y la confianza en la educación. De esta época son Casandra o La razón de la sinrazón.

Los episodios nacionales

Entre 1873 y 1912, paralelamente a la producción narrativa de la que acabamos de hablar, Galdós escribió cuarenta y seis episodios nacionales, una serie de novelas en las que pretendió novelar la historia del siglo XIX. Cada una de las obras constituye una crónica del pasado reciente. Por ello sus títulos aluden a sucesos históricos: Trafalgar, Bailén, La batalla de Arapiles… En relación con esos hechos se narran episodios de la vida cotidiana de personajes ficticios.

3.3. Leopoldo Alas Clarín y otros novelistas del realismo y del naturalismo

Leopoldo Alas Clarín

Leopoldo Alas Clarín nació en Zamora, pero vivió casi toda su vida en Oviedo. Cultivó la crítica periodística, el ensayo, la novela y el cuento. Desde su profundo conocimiento de la literatura del momento, intentó realizar una labor crítica seria sobre la novela, el teatro y la poesía. Tuvo fama de crítico mordaz e intransigente.

En su obra narrativa confluyen diversas influencias: ciertos elementos del naturalismo y la religiosidad de las corrientes espiritualistas de finales del siglo XIX. En su obra literaria destacan sus cuentos (“Pipá”, “¡Adiós, cordera!”) y la novela La Regenta.

En La Regenta, Clarín aborda el conflicto de la búsqueda del amor ideal en un ambiente mediocre y hostil. La historia se construye alrededor de un triángulo amoroso: el canónigo Fermín de Pas, el donjuán Álvaro Mesía y Ana Ozores, la mujer del regente Víctor Quintanar. El tema del adulterio había sido tratado en este siglo por autores como Galdós, Zola y Flaubert. De hecho, la influencia de Madame Bovary es evidente. La ciudad donde se desarrolla la trama tiene una gran importancia. Es una ciudad provinciana llamada Vetusta (trasunto de Oviedo) donde priman la hipocresía, la ambición, la incultura, la inmoralidad y el tedio. Los elementos propios del Naturalismo se advierten en el condicionamiento que ejerce el medio sobre los personajes y en el detalle y la minuciosidad de las descripciones. En sus obras podemos encontrar todos los rasgos de los escritores realistas, entre los que destaca el uso del estilo indirecto libre. El narrador a veces interviene en la historia para hacer comentarios irónicos sobre los hechos.

José María de Pereda

Pereda era de una familia noble de Santander. Aunque representa el realismo de carácter conservador, fue amigo de Galdós y de Clarín. En sus obras, Pereda enfrenta el mundo rural, castizo y puro, frente al urbano, que representa el mundo de la burguesía y que él rechaza. En sus obras destacan las descripciones de paisajes y la representación de personajes rurales. Pereda exalta los valores tradicionales y la ortodoxia católica. Entre sus obras podemos destacar Sotileza y Peñas arriba.

Juan Valera

Juan Valera fue un escritor cordobés que trabajó gran parte de su vida como diplomático. Escribió artículos en periódicos, fue diputado y miembro de la RAE. Se le incluye tradicionalmente en la nómina de escritores realistas, aunque sus rasgos estilísticos no se corresponden con los de esta corriente. Su estilo tiene un carácter poético que lo aleja del realismo y sus historias están ambientadas en una Andalucía idílica e irreal. Sus novelas más famosas son Pepita Jiménez y Juanita la Larga.

Emilia Pardo Bazán

Nació en La Coruña en el seno de una familia noble. Se dedicó toda su vida a la literatura y desarrolló una intensa actividad como periodista, narradora y crítica literaria. En su libro La cuestión palpitante analizó y criticó las nuevas corrientes naturalistas. Desde sus ideas católicas, Pardo Bazán rechazó el determinismo y la predilección de los naturalistas por los ambientes sórdidos, pero elogió las técnicas narrativas de esta corriente. En su obra narrativa encontramos elementos naturalistas: descripciones minuciosas, influencia del medio y situaciones violentas y escabrosas. Sus novelas más sobresalientes son La tribuna y Los pazos de Ulloa.

Vicente Blasco Ibáñez

Blasco Ibáñez pertenecería por edad a la generación del 98, pero su estilo está más cerca de los escritores naturalistas y por eso es mejor considerarlo epígono de esta corriente. Fue un escritor valenciano que ejerció una gran influencia en su época por su condición de diputado republicano, su labor como editor de un periódico y el éxito comercial de sus novelas. Sus obras más interesantes son las de carácter naturalista, en las que refleja la forma de vida de las clases bajas de la zona de Valencia. Dentro de estas obras destacan La barraca y Cañas y barro. En sus últimas obras alcanzó fama internacional con novelas en las que se mezcla el realismo con lo éxotico, lo sentimental y la aventura. Un ejemplo de este tipo de obras es Los cuatro jinetes del Apocalipsis.

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