El
realismo: marco histórico y cultural. Características de la novela realista y
naturalista. Autores y obras más significativos.
3.1.
La segunda mitad del siglo XIX: marco histórico y cultural. Características de
la novela realista y naturalista.
Marco
histórico
Las disputas y
controversias entre conservadores y liberales, que habían sido características
de la primera mitad de siglo, continuaron en la segunda mitad. La década
autoritaria y reaccionaria del general Narváez llegó a su fin en 1854, cuando triunfó
un movimiento militar que llevó al poder al general O’Donnell. En 1856 volvió a
gobernar Narváez, y desde ese momento los liberales, encabezados por O’Donnell,
se alternaron en el poder con partidos de signo conservador. En estos años la
agitación social aumentó considerablemente: huelgas, revueltas populares,
insurrecciones estudiantiles, pronunciamientos militares, etc.
En 1868 se produjo la Gloriosa,
la revolución que acabó con el reinado de Isabel II. El general Prim reunió un
conjunto de fuerzas heterogéneas (liberales, progresistas, republicanos…) que no
fueron capaces de encontrar un programa político común. Fueron los años del
Sexenio Revolucionario, en los que se intentaron llevar a cabo reformas propias
de una revolución liberal, pero que no llegaron a cuajar por la falta de
entendimiento de los diferentes grupos. El asesinato de Prim acabó con el
intento de poner en el trono a Amadeo de Saboya. Llegó entonces la Primera
República, que duró pocos meses y apenas tuvo desarrollo. Fueron tiempos
convulsos: levantamientos carlistas, revueltas anarquistas, sublevaciones
cantonales, etc.
La intervención del
ejército restauró la monarquía de los Borbones. Alfonso XII ocupó el trono y se
inició así el largo periodo de la Restauración. Durante la Restauración,
Cánovas, jefe del partido conservador, puso en marcha una forma de gobierno que
solo en apariencia era una monarquía parlamentaria. La realidad es que estaba
pactada de antemano la alternancia en el poder de un partido conservador y otro
liberal. Los caciques de los diferentes territorios se encargaban de controlar
el resultado de las elecciones.
El desarrollo económico
(minería, siderurgia vasca, industria textil catalana y comercio) impulsó el
crecimiento de las ciudades, comunicadas por el ferrocarril. En este periodo se
consolidó el Estado liberal y el poder de la burguesía, que vivía con lujo y
ostentación mientras las masas populares permanecían al margen de la
modernización, la política y la cultura. En los últimos años del siglo aparecieron
las organizaciones obreras socialistas (UGT, PSOE) y anarquistas.
Marco
cultural
En este periodo, el
pensamiento liberal estuvo representado sobre todo por el krausismo, que era un
movimiento intelectual basado en el pensamiento del filósofo alemán Karl Krause
y que introdujo en España el profesor Julián Sanz del Río. Los krausistas
pretendían conciliar razón y religión, y propugnaban la tolerancia y la convivencia
pacífica. Tuvieron mucha importancia sus ideas pedagógicas progresistas. Los
krausistas crearon la Institución Libre de Enseñanza, que influirá en numerosos
intelectuales de la Restauración.
Aunque dos terceras
partes de los españoles eran analfabetos, a finales de siglo se produjo un
extraordinario desarrollo de la prensa, que era el vehículo principal de la
literatura.
La filosofía de la
sociedad burguesa era el positivismo, para el que no existía otra realidad que
los hechos perceptibles y el estudio empírico de los mismos. La observación
rigurosa y la experiencia eran sus instrumentos básicos. Otras corrientes de
pensamiento importantes en esta época fueron el evolucionismo de Charles
Darwin, las leyes de la herencia biológica de Gregor Mendel y el marxismo de
Karl Marx, que se convirtió en la ideología de los movimientos obreros. Todas estas
corrientes filosóficas y científicas influyeron decisivamente en el realismo,
que fue la corriente literaria más representativa de la época.
Características
del realismo
–Observación y
descripción precisa de la realidad. El interés por la observación de la
realidad es paralelo a los métodos de observación característicos de las
ciencias experimentales. Los escritores llegan a documentarse sobre el terreno
tomando apuntes sobre personajes o ambientes, o consultando libros y
documentos.
–Ubicación próxima a
los hechos. Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los
escritores realistas escriben sobre lo que conocen. Tienden a situar sus obras
en lugares próximos y en el momento presente.
–Frecuente propósito de
crítica social y política. En general, los autores conservadores describen la
realidad para mostrar su degradación y proponen un retorno a los valores
tradicionales. Los progresistas también muestran su rechazo sobre los aspectos
negativos de la realidad, pero para ellos son la consecuencia de la pervivencia
de una mentalidad conservadora que lastra el progreso de la sociedad.
–Estilo sencillo y
sobrio. Los realistas rechazan la pomposidad y el artificio de los románticos.
El ideal del estilo es la claridad y la exactitud, como corresponde al deseo de
acercar la labor del escritor a la del científico.
–Predilección por la
novela. Para ellos la prosa narrativa era el género más adecuado para reflejar
la realidad en su totalidad.
La
novela realista
Estos son los rasgos
característicos de las novelas realistas:
–Verosimilitud. Aunque
las historias son inventadas, están basadas en la experiencia cotidiana y
resultan creíbles.
–Protagonistas
individuales o colectivos. En muchos casos el protagonista es un individuo cuya
relación con el mundo es problemática. La introspección psicológica es
importante en estas obras. En algunas obras encontramos como protagonista a un
grupo social completo. Este protagonista colectivo aparece en las novelas de crítica
social.
–Narrador omnisciente.
Cuando los autores llegan a comprender que la intromisión del narrador resta
objetividad a la obra, minimizarán sus intervenciones.
–Didactismo. Es
corriente que pretendan dar al lector una lección moral o social. Las obras en
las que se pretende inculcar una idea de carácter político o moral se denominan
novelas de tesis.
–Estructura lineal.
Aunque a veces aparecen analepsis, es normal que estas obras transcurran de
forma lineal en el tiempo.
–Descripciones
minuciosas. Las descripciones, tanto de espacios como de personajes, son
extremadamente detalladas. En muchas ocasiones predomina la descripción sobre
la narración.
–Aproximación del
lenguaje al uso coloquial. Con el fin de transmitir sensación de verosimilitud
los autores intentan reproducir la lengua coloquial en los diálogos. Los
personajes hablan de acuerdo a su condición social, educación y origen
geográfico.
La
novela naturalista
Todos los rasgos
comentados anteriormente alcanzan su máximo desarrollo con una corriente del
realismo que denominamos naturalismo. Apareció en Francia en el último tercio
del siglo XIX. Su principal representante es el escritor Émile Zola. Zola
pretendía que la literatura fuera una ciencia cuyo objeto de estudio fuera el
medio social. La literatura debía analizar científicamente el comportamiento
humano siguiendo los principios de la observación y la experimentación.
Los escritores
naturalistas partían de la idea de que el hombre se encuentra determinado
biológica y socialmente. Para ellos, el hombre no era libre porque estaba condicionado
por su herencia genética y por el ambiente en el que crecía. Esto explica el
interés de los escritores naturalistas por ambientes miserables y por
personajes tarados, alcohólicos o embrutecidos. Los escritores naturalistas
prefieren un narrador impersonal y objetivo, que refiere lo que ve y oye, y que
no opina ni saca conclusiones.
El punto de vista de
los autores naturalistas suele ser de carácter socialista, pues piensan que,
aunque no pueden modificar la herencia biológica, sí pueden aspirar a igualar
las condiciones sociales en que viven los hombres.
3.2.
La producción narrativa de Benito Pérez Galdós.
Benito Pérez Galdós
(1843–1920) nació en Gran Canaria, pero desarrolló su carrera literaria y
periodística en Madrid. Fue un escritor de ideas liberales y anticlericales,
que tenía una gran fe en la educación y en el progreso. En 1912 estuvo a punto
de conseguir el Premio Nobel. La presión de los conservadores españoles, que
siempre lo consideraron su enemigo, impidió que se lo concedieran. Fue miembro
de la RAE.
En su juventud y
madurez mantuvo una posición política de signo liberal. En los años 80 aún
confiaba en la burguesía y en las clases medias como agentes del progreso
social y cultural que necesitaba España. En esta década fue diputado por el
Partido Liberal. Pero en los 90 fue constatando una y otra vez el fracaso de la
burguesía, que al llegar al poder intentaba imitar el estilo de vida
aristocrático mientras la gran mayoría de los españoles vivía en condiciones de
vida precarias y lamentables. Por eso, al entrar el siglo XX, Galdós radicalizó
su postura política y se mostró partidario del republicanismo socialista, hasta
el punto de ir al Parlamento como diputado republicano.
Galdós escribió
cuentos, novelas, obras de teatro y artículos. Como novelista destaca por la
creación de personajes y por su capacidad para integrar sus vidas dentro de la
historia de España.
En su obra, siempre en
constante evolución, encontramos influencias muy variadas: la literatura
costumbrista y folletinesca, el realismo de Balzac y Dickens, ciertos elementos
naturalistas de Zola y algunos rasgos del espiritualismo de Tolstoi. También se
aprecia la influencia de la literatura española, especialmente de La Celestina, de la novela picaresca y
de Cervantes, de quien aprende a usar la ironía.
Contenido
de sus obras
–Aunque muchas de sus
obras se ambientan en Madrid, intentan dar una visión completa de la sociedad
española de su época.
–La mirada de Galdós
suele concentrarse en las clases medias, pero en sus obras encontramos todo
tipo de personajes: aristócratas arruinados, burgueses enriquecidos que quieren
ser como los aristócratas, especuladores, prestamistas, funcionarios en activo
o cesantes y, por supuesto, las clases populares, los más humildes, que malviven
como pueden.
–Galdós presenta sus
historias en íntima relación con la realidad histórica en la que se
desarrollan.
–En sus obras se ve
claramente una evolución. Al principio, en sus novelas de tesis, sus
planteamientos son más elementales. En sus novelas de madurez, sin embargo,
podemos ver cómo nos ofrece una realidad más compleja, con más matices.
–Su visión de la
realidad no es siempre igual. A veces podemos encontrar un narrador duro y
sarcástico, y otras, un narrador tierno y humano.
–En las obras de Galdós
están todas las preocupaciones propias de la condición humana: el paso del
tiempo que todo lo cambia, la ambición, el dolor, los sueños, el amor, el
placer… Toda la complejidad del ser humano cabe en una obra que intenta reflejar
la vida de forma realista.
Estilo
–El ideal estilístico
de Galdós, de acuerdo con los presupuestos del realismo, es el lenguaje llano y
sencillo. Eso no implica descuido. La prosa de Galdós es extraordinariamente
ágil y de apariencia espontánea, pero siempre producto de una meditada
elaboración.
–Sus personajes se
expresan de acuerdo a su condición y quedan caracterizados por su propia forma
de hablar.
–Es indiscutible su
destreza en el uso de los más variados recursos narrativos.
Su
obra narrativa
Novelas
de la primera época
Su primera obra fue La fontana de oro (1870), una novela
histórica con elementos costumbristas. En su primera época como novelista, que
se sitúa en los años setenta, encontramos otras obras destacables, como Doña
Perfecta y Marianela.
En estas primeras obras
se vale del mecanismo de la novela de tesis, que le sirve para exponer
conflictos ideológicos y religiosos. Las tramas están sometidas a las ideas del
autor y sirven de ejemplo de lo que quiere transmitirnos. Galdós las utiliza
para defender los ideales de libertad, tolerancia y progreso frente a las ideas
conservadoras, intolerantes e hipócritas. Su anticlericalismo queda patente al
denunciar a una Iglesia que defiende unos valores poco cristianos. Para
llevarnos a su tesis, el autor no solo se vale de las conductas y las
conversaciones de los personajes, sino también de un narrador omnisciente que
hace comentarios moralizantes. A estas obras se les puede reprochar cierta
falta de complejidad psicológica en los personajes y unos planteamientos demasiado
maniqueos, pero la técnica de Galdós se irá perfeccionando hasta llegar a la
maestría de las novelas contemporáneas.
Novelas
contemporáneas
La segunda serie de
novelas galdosianas se abre con La
desheredada (1881). En esta obra, influida en parte por la ideas de Zola, ya
no presenta de forma elemental acciones y personajes, sino que estos son ahora
fruto de una cuidada evolución psicológica. En este periodo escribe algunas de
sus mejores obras, entre las que sobresalen Miau
y Fortunata y Jacinta. Madrid es el
escenario principal en el que se desarrollan sus historias y se sirve de él
para ofrecernos su imagen de España.
Los personajes de estas
novelas son más complejos. Se incorporan además elementos naturalistas, aunque,
finalmente, en Galdós siempre suelen tener más peso los valores y convicciones
de los personajes que los condicionamientos biológicos y ambientales.
En estas obras
predomina el narrador omnisciente. El autor se sirve de los diálogos para
ofrecer distintas perspectivas de la realidad. Intenta que resulten realistas
caracterizando a los personajes según sus diferentes usos lingüísticos. También
utiliza el monólogo interior y el estilo indirecto libre. En ocasiones se vale
del humor y la ironía para presentarnos la realidad.
Novelas
espiritualistas
Dentro de las obras de
Galdós marcadas por el espiritualismo podemos destacar Misericordia y El abuelo.
En estas obras prevalecen los valores evangélicos: el amor y la caridad
cristiana.
En estos relatos
encontramos la desilusión ideológica del autor por el fracaso de la burguesía
para transformar la sociedad. Busca entonces en los auténticos principios
cristianos una salida. Estas novelas espiritualistas están influenciadas por
escritores rusos como Tolstoi y por un nuevo idealismo que intenta desarrollar
en la narrativa conflictos de carácter ético. Aparecen personajes humildes que
dan lecciones morales en medio de una realidad triste y mezquina. Estas
historias ya no se ambientan en los barrios burgueses, sino en los barrios más
miserables. En estas obras los sueños y las fantasías adquieren un gran
protagonismo.
Últimas
novelas
En las últimas novelas
de Galdós se mezcla el realismo con lo maravilloso y fantástico. Tendrán puntos
en común con los escritores de la generación del 98: la visión de Castilla, la
importancia de los personajes insignificantes y anónimos y la confianza en la
educación. De esta época son Casandra
o La razón de la sinrazón.
Los
episodios nacionales
Entre 1873 y 1912, paralelamente
a la producción narrativa de la que acabamos de hablar, Galdós escribió cuarenta
y seis episodios nacionales, una serie de novelas en las que pretendió novelar
la historia del siglo XIX. Cada una de las obras constituye una crónica del
pasado reciente. Por ello sus títulos aluden a sucesos históricos: Trafalgar, Bailén, La batalla de
Arapiles… En relación con esos hechos se narran episodios de la vida
cotidiana de personajes ficticios.
3.3.
Leopoldo Alas Clarín y otros
novelistas del realismo y del naturalismo
Leopoldo
Alas Clarín
Leopoldo Alas Clarín nació en Zamora, pero vivió casi toda
su vida en Oviedo. Cultivó la crítica periodística, el ensayo, la novela y el
cuento. Desde su profundo conocimiento de la literatura del momento, intentó
realizar una labor crítica seria sobre la novela, el teatro y la poesía. Tuvo
fama de crítico mordaz e intransigente.
En su obra narrativa
confluyen diversas influencias: ciertos elementos del naturalismo y la
religiosidad de las corrientes espiritualistas de finales del siglo XIX. En su
obra literaria destacan sus cuentos (“Pipá”, “¡Adiós, cordera!”) y la novela La Regenta.
En La Regenta, Clarín aborda el conflicto de la búsqueda del amor
ideal en un ambiente mediocre y hostil. La historia se construye alrededor de
un triángulo amoroso: el canónigo Fermín de Pas, el donjuán Álvaro Mesía y Ana
Ozores, la mujer del regente Víctor Quintanar. El tema del adulterio había sido
tratado en este siglo por autores como Galdós, Zola y Flaubert. De hecho, la
influencia de Madame Bovary es
evidente. La ciudad donde se desarrolla la trama tiene una gran importancia. Es
una ciudad provinciana llamada Vetusta (trasunto de Oviedo) donde priman la
hipocresía, la ambición, la incultura, la inmoralidad y el tedio. Los elementos
propios del Naturalismo se advierten en el condicionamiento que ejerce el medio
sobre los personajes y en el detalle y la minuciosidad de las descripciones. En
sus obras podemos encontrar todos los rasgos de los escritores realistas, entre
los que destaca el uso del estilo indirecto libre. El narrador a veces
interviene en la historia para hacer comentarios irónicos sobre los hechos.
José
María de Pereda
Pereda era de una
familia noble de Santander. Aunque representa el realismo de carácter
conservador, fue amigo de Galdós y de Clarín. En sus obras, Pereda enfrenta el
mundo rural, castizo y puro, frente al urbano, que representa el mundo de la
burguesía y que él rechaza. En sus obras destacan las descripciones de paisajes
y la representación de personajes rurales. Pereda exalta los valores tradicionales
y la ortodoxia católica. Entre sus obras podemos destacar Sotileza y Peñas arriba.
Juan
Valera
Juan Valera fue un
escritor cordobés que trabajó gran parte de su vida como diplomático. Escribió
artículos en periódicos, fue diputado y miembro de la RAE. Se le incluye
tradicionalmente en la nómina de escritores realistas, aunque sus rasgos
estilísticos no se corresponden con los de esta corriente. Su estilo tiene un
carácter poético que lo aleja del realismo y sus historias están ambientadas en
una Andalucía idílica e irreal. Sus novelas más famosas son Pepita Jiménez y Juanita la Larga.
Emilia
Pardo Bazán
Nació en La Coruña en
el seno de una familia noble. Se dedicó toda su vida a la literatura y
desarrolló una intensa actividad como periodista, narradora y crítica literaria.
En su libro La cuestión palpitante
analizó y criticó las nuevas corrientes naturalistas. Desde sus ideas
católicas, Pardo Bazán rechazó el determinismo y la predilección de los
naturalistas por los ambientes sórdidos, pero elogió las técnicas narrativas de
esta corriente. En su obra narrativa encontramos elementos naturalistas:
descripciones minuciosas, influencia del medio y situaciones violentas y
escabrosas. Sus novelas más sobresalientes son La tribuna y Los pazos de
Ulloa.
Vicente
Blasco Ibáñez
Blasco Ibáñez
pertenecería por edad a la generación del 98, pero su estilo está más cerca de
los escritores naturalistas y por eso es mejor considerarlo epígono de esta
corriente. Fue un escritor valenciano que ejerció una gran influencia en su
época por su condición de diputado republicano, su labor como editor de un periódico
y el éxito comercial de sus novelas. Sus obras más interesantes son las de
carácter naturalista, en las que refleja la forma de vida de las clases bajas
de la zona de Valencia. Dentro de estas obras destacan La barraca y Cañas y barro.
En sus últimas obras alcanzó fama internacional con novelas en las que se
mezcla el realismo con lo éxotico, lo sentimental y la aventura. Un ejemplo de
este tipo de obras es Los cuatro jinetes
del Apocalipsis.
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