lunes, 26 de octubre de 2015

ALUMNOS

1.El siglo XVIII: marco histórico y cultural. Característica de la prosa y el teatro. Principales autores y obras.

1.1.El siglo XVIII: marco histórico y cultural. Características de la prosa narrativa (Diego de Torres Villarroel y José Francisco de Isla).

Marco histórico y cultural

En el siglo XVIII se produjo en Occidente un notable crecimiento de la población y de la producción, lo que generó un fuerte movimiento expansivo. En general, se trata de una etapa optimista en la que los individuos confiaron en las innovaciones, los inventos y las reformas.
            El siglo XVIII es el periodo de la Ilustración, corriente de pensamiento que postulaba la razón como método para llegar a la verdad. Pensaban que por medio de la ciencia el hombre podría perfeccionar su naturaleza hasta el infinito. Esta idea de la Ilustración fue defendida por pensadores como Voltaire, Diderot o Immanuel Kant, que fue el que firmó una de las consignas más representativas de este tiempo: “Sapere aude” (“Atrévete a saber”).

En el año 1700, tras la muerte sin descendencia de Carlos II, el último Austria, llegan al trono de España los Borbones, que eran partidarios del despotismo ilustrado. El primer rey de esta dinastía fue Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia. Carlos de Austria le disputó el trono en una guerra que se prolongaría hasta 1715, aunque en 1713 se firmara el tratado de Utrecht. Después de la Guerra de Sucesión, Felipe V promulgó los Decretos de Nueva Planta, que derogaban los fueros de Aragón, Valencia y Cataluña.
            Felipe V abdicó en su hijo Luis I, pero la prematura muerte de este le devolvería el trono.
            Tras la muerte de Felipe V, le sucedió su hijo Fernando VI, que evitó los conflictos internacionales manteniéndose neutral con el fin de impulsar la reconstrucción del país.
            Le sucedería su hermano Carlos III, que antes había sido rey de Nápoles y que llegó a España con ideas reformistas que pusieron en marcha ministros como Grimaldi y Esquilache. En 1767 expulsó a los jesuitas de España y unos años más tarde ordenó la disolución de la orden.
            A finales de siglo reinaría su hijo Carlos IV. El miedo a que llegaran a España las ideas que habían provocado la Revolución francesa le llevó a reforzar la censura y a devolverle importancia a la Inquisición. Con Manuel Godoy como primer ministro se produciría un acercamiento a Francia y a las ideas de los ilustrados, pero la llegada de Napoleón alteró la relación entre ambas potencias en los inicios del siglo XIX.

Durante el siglo XVIII, llegarían a España nuevas corrientes de pensamiento que abogaban por la liberalización comercial y por la modernización de las técnicas en la agricultura y la artesanía, pero su influencia obtendría menos resultados que en otros países europeos.
            De igual forma, los novatores intentaron modernizar las formas de pensamiento de una sociedad atrasada que mantenía un sistema educativo medieval. Eran defensores de los métodos científicos y difundieron sus ideas a través de las sociedades de amigos del país y la prensa.
            En este siglo se crearon academias, museos e instituciones que aún perviven hoy en día: la Real Academia Española (1713), la Real Academia de la Historia, el Jardín Botánico de Madrid, el Museo del Prado, etc.

La corriente artística característica de este siglo es el Neoclasicismo, que intentó combatir los excesos del Barroco y propuso básicamente la austeridad y la limitación de la fantasía creadora a modelos preestablecidos. Sus principales características eran la búsqueda del buen gusto, la sujeción a unas reglas que buscaran el equilibrio y la sencillez, y la pretensión de que el arte fuera útil y agradable.

Características de la prosa narrativa (Diego de Torres Villarroel y José Francisco de Isla).

Muchas de las obras del siglo XVIII tienen un carácter doctrinal y pretenden difundir las ideas ilustradas o contribuir a la reforma de la sociedad del momento. También se da en la prosa narrativa de ficción, aunque no es muy abundante en esta época.
            Algunos estudiosos opinan que esta escasez de obras narrativas de ficción pudo deberse al recelo que provocaban en la Iglesia. El control y la censura de la Inquisición debieron desanimar a muchos autores a escribirlas. En Europa, sin embargo, las obras narrativas de ficción sirvieron para hacer circular ideas ilustradas y revolucionarias. Autores como Rousseau o Voltaire estuvieron prohibidos en España.
            Por otra parte, el Neoclasicismo volvió a dar importancia a los tres géneros clásicos (la lírica, la épica y el drama) y minusvaloró la prosa de ficción.

Diego Torres de Villarroel es un escritor de la primera mitad del siglo XVIII. En su obra pervive el estilo de los autores barrocos. La influencia de Quevedo es clara en libros como Vida, que escribió a modo de autobiografía por entregas. Fue catedrático en Salamanca, aunque su fama la alcanzó gracias a los almanaques y pronósticos con los que se suponía que predecía el futuro.

En la segunda mitad del siglo, destaca la novela de carácter didáctico. Un buen ejemplo de este tipo de obras es Fray Gerundio de Campazas, del padre Isla. El autor se vale de un predicador ridículo llamado fray Gerundio para hacer una sátira sobre los sermones barrocos, la educación del momento y las supersticiones.

1.2.Características de la prosa ensayística (José Cadalso y Gaspar Melchor de Jovellanos).

Como ya se dijo antes, la mayoría de las obras del siglo XVIII pretenden educar y reformar la sociedad inculcando las ideas de la Ilustración. Esta pretensión y la aparición de la prensa propiciaron el desarrollo del ensayo, texto de carácter reflexivo en el que se manifiesta una opinión sobre algún aspecto de la realidad: historia, economía, política, derecho, religión, ciencia, arte, etc. Los creadores de este género los encontramos en el siglo XVI: Michel de Montaigne en Francia y Francis Bacon en Inglaterra. Este tipo de reflexiones en ocasiones podían mezclarse con la ficción literaria, como sucede con las Cartas marruecas de Cadalso. De cualquier forma, el concepto de literatura del siglo XVIII no es el de hoy. Dentro de la literatura de este siglo entraba cualquier escrito que tuviera que ver con alguna rama del saber.
            Los tres ensayistas más importantes son Benito Jerónimo Feijoo, José Cadalso y Gaspar Melchor de Jovellanos.

Feijoo es autor del Teatro crítico universal y de las Cartas eruditas y curiosas. Con estos libros intentó combatir los errores científicos, las supersticiones y las creencias populares para lograr la modernización de la mentalidad española. Sus obras abarcan temas muy diversos: política, geografía, física, medicina, literatura, religión, supersticiones… Como sus textos no están destinados solo a especialistas, están escritos en un estilo familiar y cercano, a veces incluso tienen pinceladas de humor. Feijoo sometió a una revisión crítica toda la cultura recibida y propuso el uso del método experimental siempre que fuera posible. Tuvo por ello muchos detractores y llegó a ser acusado ante la Inquisición.

Aunque José Cadalso cultivó también la poesía y el teatro, donde destaca es en la prosa, especialmente en la ensayística. En Los eruditos a la violeta hizo una sátira de la educación superficial y de los individuos que fingen tener vastos conocimientos cuando, en realidad, son unos ignorantes. Con esta obra tuvo un gran éxito, pero el libro que mejor representa el espíritu ilustrado son sus Cartas marruecas. A imitación de las Cartas persas de Montesquieu, el autor ofrece tres visiones de la realidad: la del español Nuño, que juzga su patria desde dentro; la del joven marroquí Gazel, que viaja a España y representa al extranjero curioso que intenta encontrar una explicación a todo lo que ve; y el anciano marroquí Ben Beley, que juzga con ideas universales lo que le van contando. Mediante este juego literario, Cadalso consigue mostrarnos una visión crítica de España gracias al distanciamiento que le permite que sean tres personajes, dos de ellos extranjeros, los que juzguen la realidad española. La crítica se centra en diversos temas: la nobleza inútil y parasitaria, el exceso de religiosos, el menosprecio de la ciencia, del comercio y de la industria, etc. Las reformas que propondrán los personajes serán escasas y superficiales, aunque siempre en consonancia con las ideas de las Ilustración.

Jovellanos es la figura más representativa de la Ilustración española. No pretendía, como Feijoo, educar a la población, sino cambiar la realidad con propuestas políticas dirigidas a las autoridades. Jovellanos era un reformista que intentó cambiar España guiándose por el principio supremo de la razón. Durante el reinado de Carlos III ocupó diversos cargos públicos y fue una persona muy influyente, aunque tuvo serios problemas por sus ideas durante el reinado de Carlos IV. Escribió poesía y teatro, pero sus mejores obras son informes, memorias y discursos que abordan temas políticos, jurídicos, sociales, económicos y educativos: Informe sobre la Ley Agraria, Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y Memoria sobre educación pública.




1.3.Características del teatro. Ramón de la Cruz y Leandro Fernández de Moratín.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, continuó la producción de obras barrocas, como los autos sacramentales o las comedias de enredo, de magia, de santos, de bandoleros, etc. Es a mediados de siglo cuando se observan síntomas de cambio hacia un teatro neoclásico, más evidentes conforme llegamos a las últimas décadas. Este nuevo teatro, sin embargo, será acogido con frialdad y solo gozará de cierto éxito en el siglo XIX.
            El teatro neoclásico intentó aunar el entretenimiento y la enseñanza. Para conseguir este objetivo se propuso un teatro sobrio, natural y verosímil que respetara las reglas de las tres unidades. Incluso se dictaron normas para que los decorados fueran verosímiles y realistas.

En el teatro neoclásico podemos agrupar las obras en tragedias y comedias.

La tragedia neoclásica estaba escrita en verso. Sus personajes eran nobles y reyes del pasado. Su intención era fundamentalmente didáctica. La idea principal que transmitían es que la pasión y el instinto debían someterse a la razón y a la obligación. Aunque no sobresalen por su calidad las tragedias que se escribieron en España, podemos destacar la obra Raquel, de Vicente García de la Huerta.

La comedia neoclásica podía estar en prosa o en verso. Está protagonizada por personajes comunes (burgueses y criados) por medio de los cuales se ridiculizan los vicios de la sociedad. En la moralina final de estas obras solemos encontrar una recompensa para los personajes virtuosos y honestos. Las virtudes que más se valoraban eran la sensibilidad, la humanidad, la honradez, la laboriosidad… Obras representativas de este tipo de dramas son El señorito mimado de Tomás de Iriarte o El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín, el máximo exponente del teatro neoclásico.
            Moratín escribió obras en verso y en prosa. En varias abordó el tema principal de El sí de las niñas: la libertad de elección de la mujer para casarse y la importancia de que las edades de los cónyuges sean similares. Esta obra es un claro ejemplo de comedia neoclásica: respeta las tres unidades, tiene una prosa sencilla y sus personajes son verosímiles y se comportan de forma natural. Moratín siempre huyó de los excesos del teatro barroco y llegó a escribir una obra para criticarlos: La comedia nueva o el café.

La comedia sentimental o tragedia burguesa merece un apartado propio. Su origen hay que buscarlo en la comedia lacrimosa francesa. Su intención era la de reformar la sociedad de acuerdo con los principios de los gobernantes ilustrados. Cuando el género se popularizó, las obras tendieron a la falta de verosimilitud y al patetismo, lo que provocó el rechazo de muchos ilustrados. La comedia sentimental es un género híbrido entre la tragedia y la comedia, de carácter realista, normalmente con final feliz, aceptación de las tres unidades y preferencia por la prosa. La obra española más destacada dentro de la comedia sentimental es El delincuente honrado de Jovellanos.


En la época del teatro neoclásico, se desarrollará paralelamente un teatro costumbrista que sí gozará del favor del público. Las piezas más representativas de esta corriente son los sainetes, obras breves que presentan tipos y costumbres populares de la época. En su intención de acercamiento a la realidad, el sainete dramatizará situaciones extraídas de la vida cotidiana, lo que lo convierte en precedente de la comedia burguesa de costumbres. Su carácter cómico y popular será lo que disgustará a los defensores del teatro neoclásico, entre ellos, Samaniego, Iriarte o Moratín. Tampoco les gustaba que se utilizaran para interrumpir las obras extensas. El autor de sainetes más importante es Ramón de la Cruz, que refleja en sus obras la vida popular de Madrid y las costumbres de la clase media. El petimetre o El Manolo son ejemplos de sus mejores sainetes.

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